Vicenç Navarro
es Catedrático de Políticas Públicas de la Universitat Pompeu Fabra (UPF)
es Catedrático de Políticas Públicas de la Universitat Pompeu Fabra (UPF)
La clase
obrera no ha desaparecido en España, en contra de lo que cree la cultura
mediática y política, pero su abstención electoral sigue creciendo
A la
vuelta a Catalunya y a España, después de vivir en Suecia, Gran Bretaña y EEUU,
me sorprendió encontrar la percepción generalizada en las culturas políticas y
mediáticas de nuestro país que asume que la mayoría de la ciudadanía española
pertenece a la clase media o se define como tal. Se asume que la clase
trabajadora ha ido disminuyendo, al punto de desaparecer del discurso político
y mediático del país.
A veces,
aun admitiendo que la clase trabajadora continua existiendo, se asume que los
trabajadores se consideran en su mayoría miembros de las clases medias. De ahí
que sea muy infrecuente oír en los discursos políticos, incluso de dirigentes
de izquierda, referencias a la clase trabajadora. Es más, si tales términos se
utilizaran es muy probable que los medios de información y persuasión les
criticaran, acusándoles de "anticuados", calificativo que a los
políticos, y sobre todo a los de izquierda, les causa pánico. Por lo visto,
modernizarse significa olvidarse de que en España continúa habiendo clases
sociales.
EL
LECTOR me permitirá que cuente una anécdota que refleja esta realidad. En las
elecciones legislativas de 2000, cuando estaba asesorando al mayor partido de
la oposición en España en temas de política social, sugerí que se propusiera
ampliar la cobertura sanitaria pública a los servicios de dentista, todavía no
incluidos en el Sistema Nacional de Salud, lo cual explica que el número de
caries y dientes ausentes en España entre niños de familias de clase
trabajadora no cualificada sea siete veces superior, por ejemplo, al número de
caries y dientes ausentes de niños de familias burguesas o pequeño burguesas.
De ahí
que propusiera la extensión de tales servicios a todos los ciudadanos,
comenzando por los niños, tal y como lo había propuesto antes el candidato
Schröder, del Partido Socialdemócrata alemán. Éste, a fin de ilustrar el
mensaje, utilizó un póster en el cual se veía a un sonriente niño de clase
trabajadora de 12 años al que le faltaban dos dientes frontales. En tal póster
se leía un reclamo político: "No permitamos que se pueda reconocer la
clase social de los niños alemanes mirándoles la sonrisa". Siguiendo mi
sugerencia, el PSOE adoptó la propuesta, el eslogan y el póster alemán.
En la
conferencia de prensa para presentar el programa en Madrid, el periodista del
diario de mayor venta en España criticó el eslogan y el póster y preguntó
críticamente al candidato socialista si su partido pensaba utilizar un discurso
"anticuado" de clases sociales en España. Como asesor del candidato
respondí al periodista y le recordé que en España hay clases sociales y que la
probabilidad de estar enfermo (incluyendo las condiciones dentales) y morir
depende en gran manera de la clase social del individuo.
Como
promedio, los miembros de la burguesía viven dos años más que los de la pequeña
burguesía, los cuales viven dos años más que los de las clases medias, quienes
viven dos años más que los miembros de la clase trabajadora cualificada, que
viven dos años más que los miembros de la clase trabajadora no cualificada, los
cuales viven dos años más que los que los desempleados crónicos. Diez años de
vida es la diferencia de pertenecer a uno de los dos polos sociales, tres años
de diferencia más que en el promedio de la UE, que son siete.
CLASES
SOCIALES existen en España y la manera en que la gente vive, enferma y muere
depende mucho de cómo se ubica en la estructura social. La mayoría de la
población pertenece a la clase trabajadora y se define como tal cuando las
encuestas se realizan con rigor y no como constantemente se hacen, incluso por
el Gobierno español, preguntándole a la ciudadanía si pertenece a la clase
alta, media o baja. No es de extrañar que la respuesta de la mayoría de la
población sea que pertenece a las clases medias. Ahora bien, cuando se le pide
a la ciudadanía si es clase burguesa, pequeño burguesa, clase media o clase
trabajadora, la mayoría, tanto en Suecia, Gran Bretaña y EEUU como en España,
se define como clase trabajadora.
La
ignorancia de este hecho implica que tal clase se abstenga de participar en las
elecciones al no sentirse reconocida en el debate político del país. La gran
abstención (sobre todo entre la clase trabajadora) en las últimas elecciones de
Galicia y de Catalunya, así como en las legislativas españolas, traduce esta
realidad.
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