La Vanguardia
| Para volver a ser creíble, la socialdemocracia europea debe romper con ese PNU internacional, practicar una autocrítica convincente, lanzar principios de desafío a la Hollande, y cambiar de figuras. | 
¿Quién es el culpable de esta Bankia internacional,
 de esta estafa sin fronteras? Poco a poco, conforme la ciudadanía 
avanza en su forzado cursillo acelerado de economía, la respuesta es tan
 obvia como ancha: un sistema especulador y ladrón. Sin embargo se nos 
ofrecen todo tipo de respuestas centradas en el detalle y diseñadas para
 el despiste; que si Fernández Ordóñez, que si el PP, que si el PSOE, 
que si no haber aceptado una fusión con La Caixa… Al final llegaremos a 
una cuestión de Barcelona o Madrid, o quien sabe si de Messi contra 
Ronaldo. En todas partes ocurre lo mismo.
En Alemania hay un discurso populista sobre la eurocrisis, que ignora
 la estrecha interrelación entre el ladrillo y las inversiones del 
capital alemán, y carga las tintas sobre naciones buenas y malas.
 Ese discurso ha logrado obviar la crítica al casino, el debate sobre la
 central contribución al estallido especulativo que la banca alemana 
tuvo. En lugar de preguntarse por la estafa que les obligó a entregar, 
con plena nocturnidad, 480.000 millones de euros a sus bancos tras años 
de cinturón apretado y recortes sociales, los alemanes han sido 
invitados a enfadarse por la pereza de los griegos y la fiesta de siesta y vino tinto de los españoles. La crisis propiciada por los bancos se ha convertido en un problema de deuda pública, que sirve para seguir recortando derechos sociales mientras los bancos siguen parasitando y algunos continúan enriqueciéndose.
El fraudulento diagnóstico del establishment alemán ha consolidado un consenso nacional mayoritario sembrando la hostilidad hacia otros pueblos europeos gastadores.
 Merkel confía en ganar las elecciones de 2013 cabalgando sobre eso. La 
oposición socialdemócrata no lo cuestiona más que en detalles 
irrelevantes.
Lo que hay en Alemania es un Partido Neoliberal Unificado Alemán (Neoliberale Einheitspartei Deutschlands
 -NED), dice el publicista Albrecht Müller, parafraseando el nombre del 
antiguo partido postestalinoide de la Alemania del Este. Quienes quedan 
fuera de ese NED, son machacados por los medios de comunicación y 
acusados de irrealismo, de antisemitismo, de filoterrorismo, de ser no aptos para gobernar, o de cualquier otra tontería.
En España ocurre algo parecido. No es el PP, no es el PSOE: es el 
Partido Neoliberal Unificado de España y sus autonomías (PNUE + a), 
quien está en el origen de la responsabilidad política de una histórica 
destrucción del litoral, del asfaltado mesetario, de los polígonos 
industriales en zonas agrícolas y de los aeropuertos para ir a ninguna 
parte. Eso es Bankia.
Como explica desde hace muchos años José Manuel Naredo, todo eso lo 
fundó la economía del franquismo, y lo continuó la democracia y su 
partido único neoliberal. Un neocaciquismo disfrazado de democracia,
 que une a Girón de Velasco con González, Pujol, Aznar y sus epígonos. 
Los bancos de un sistema internacional fueron responsables, los 
políticos bendijeron el asunto, unos y otros se beneficiaron. La gente 
común se endeudó estúpidamente. Muchos se compraron el 4×4 y se 
cambiaron de piso a base de hijoputecas, animados por todos ellos. El país se degradó: En los años culminantes del boom
 inmobiliario, España llegó a consumir cerca de sesenta millones de 
toneladas anuales de cemento, más de una tonelada anual por habitante y 
por hectárea de superficie geográfica, explica Naredo.
Si en Alemania una persona como el ex ministro neoliberal y 
socialdemócrata del SPD Peer Steinbrück, que en víspera del rescate 
bancario alemán dijo que la crisis era un asunto de Wall Street al que 
Alemania y sus bancos eran ajenos, está considerado un gran político y 
hasta aspirante a la cancillería, en España, Rodrigo Rato, que puso 
autopistas al ladrillo y luego se fue al FMI donde decía (en 2007) que el sistema económico mundial va viento en popa, es su equivalente. San Rodrigo Rato es nuestro Steinbrück ¿Por qué no proponerlo como canciller de la España ladrillera?
El PP potenció el ladrillo, y aun hoy reclama como éxito su gestión durante el aznarato.
 El PSOE recogió aquella basura, que ya había sembrado con González y 
Boyer, y le dio lustre con Zapatero, sin enmienda ni comentario. Hoy el 
PSOE critica al PP por antisocial por continuar con el ajuste europeo al
 que se sometió sin rechistar, como Steinbrück critica a Merkel: sin ir 
al fondo de las cosas ¿Cómo podrían hacerlo si unos y otros pertenecen 
al mismo Partido Neoliberal Unificado?
Para volver a ser creíble, la socialdemocracia europea debe romper 
con ese PNU internacional, practicar una autocrítica convincente, lanzar
 principios de desafío a la Hollande, y cambiar de figuras. 
Ninguna fuerza política con responsabilidades en la estafa neoliberal 
que no realice autocrítica, debería ser creíble en Europa.
Tras el cursillo intensivo de economía que nos están dando, esta vez 
no deberían hacernos creer que esta Bankia internacional es un problema 
de PP contra PSOE, de SPD contra Merkel o de Messi contra Ronaldo.


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