Contra las patrias, el Viejo Maestro




La nacionalidad del obrero no es ni francesa, ni inglesa, ni alemana, es el trabajo, la esclavitud libre, el automercadeo. Su gobierno no es ni francés, ni inglés, ni alemán, es el capital. Su aire nativo no es ni francés, ni alemán, ni inglés, es el aire de la fábrica. La tierra que le pertenece no es ni francesa, ni inglesa, ni alemana, está a unos cuantos pies bajo el suelo.
Karl Marx: Crítica de «El sistema nacional de economía política» de Friedrich List

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viernes, mayo 25, 2012

Syriza o la apertura magistral de una experiencia unitaria, única y original



Yorgos Mitralias
Tlaxcala

Traducido por Carmen García Flores


Espantapájaros para los de arriba, la esperanza para los de abajo, SYRIZA ha hecho una entrada estrepitosa en el panorama político de esta Europa en crisis profunda. Tras haber cuadruplicado su fuerza electoral el 6 de mayo, SYRIZA ambiciona ahora no solamente convertirse en el primer partido de Grecia en las elecciones del 17 de junio, sino sobre todo, poder formar un gobierno de izquierdas que contenga las medidas de austeridad, repudie la deuda y elimine a la troika del país. No es pues una sorpresa que SYRIZA cause gran curiosidad en Grecia y que prácticamente todo el mundo se pregunte sobre su origen y naturaleza, sus objetivos y sus ambiciones.


No obstante, SYRIZA no es exactamente un recién llegado en la izquierda europea. Nacida en el año 2004, la Coalición de la Izquierda Radical (SYRIZA) tendría que haber llamado la atención de los politólogos y los medios europeos aunque solo fuera porque desde sus comienzos era una formación política totalmente inédita y original en el paisaje de la de izquierda griega, europea e incluso mundial. Primero por su composición: formada por la alianza de Synaspismo (coalición), un partido reformista de izquierdas con un vago origen de extrema izquierda que abarca casi todo el espectro del trostkismo, del ex maoísmo y del “movimientismo”. La Coalición de la izquierda radical constituía, ya desde su nacimiento, una excepción a la regla que quería (y sigue queriendo) que los partidos más o menos tradicionales de la izquierda, de la socialdemocracia, no fueran nunca organizaciones de extrema izquierda.
 


Pero la originalidad de SYRIZA no se detiene en eso. Siendo concebida como una alianza, sobre todo coyuntural y electoral (fue fundada justo antes de las elecciones de 2004), SYRIZA ha resistido al tiempo y ha sobrevivido a los altibajos, a sus éxitos y sobre todo a sus crisis y a sus fracasos, para convertirse en un ejemplo clamoroso de una sensibilidad que la izquierda radical internacional debería siempre tener en cuenta: la cohabitación de diferentes sensibilidades, corrientes e incluso organizaciones en una misma formación política de la izquierda radical. Ocho años después del nacimiento de SYRIZA la lección se graba ahora en las retinas: sí, esta cohabitación no es solamente posible sino que además es fructuosa y también garante a la larga de grandes éxitos.
 

Si nos preguntamos cómo esta decena de componentes tan heteróclitos han podido, primero encontrarse y después ponerse de acuerdo para llevar a cabo una tan larga y original cohabitación, la pregunta es pertinente, y merece una respuesta detallada y profunda. No, el milagro de SYRIZA no ha caído del cielo, ni es fruto de la casualidad; ha sido madurado durante bastante tiempo y, sobre todo, ha germinado en las mejores condiciones posibles: en los movimientos sociales y altermundistas de estos últimos años.
 

Se podría decir que todo comenzó hace quince años cuando en 1997 se constituye la rama griega del movimiento de las Marchas europeas contra el paro. Esto no fue solo un primer paso hacia lo que luego se llamó el Movimiento altermundista del Forum Social. Especialmente en Grecia las Marchas europeas habían tenido una función tal vez más importante, ya que se consiguieron ciertas cosas que eran hasta entonces absolutamente impensables: unificar la izquierda en la acción. Es así como, gracias a las Marchas europeas, se ha visto que unos sindicatos, unos movimientos sociales, unos partidos y unas organizaciones de la izquierda griega (KKE incluido, al menos durante un cierto tiemo) que no se habían unido jamás e, incluso, que se ignoraban los unos a los otros, se unían para participar en un movimiento europeo, totalmente inédito, al lado de sindicatos, movimientos sociales y de corrientes políticas de otros países, hasta entonces totalmente desconocidos en Grecia.
 

No se trata pues de suerte, sino de un primer golpe al sectarismo visceral que ha caracterizado siempre a la izquierda griega, dando lugar incluso a algunas escenas conmovedoras de encuentros, próximas al psicodrama, entre los militantes que hasta entonces no se conocían y súbitamente descubren que “el otro” no era tan diferente a ellos mismos. Estaba claro que la mayonesa espesaba más cuanto más salían los militantes griegos del país y descubrían, en carne y hueso, una realidad militante europea cuya existencia ni siquiera sospechaban.
Fuerte desde este primer acercamiento en la acción, se fue haciendo más sólida gracias al movimiento social que surge de un género nuevo. Así la mayoría de los diversos componentes políticos de las Marchas europeas griegas participaron desde 1999 en una segunda experiencia original que les invita a profundizar sobre la necesidad de unidad. Surgió el «espacio del diálogo y de la acción común» que profundizó sobre la necesidad del debate político y programático y preparó las conciencias para la próxima experiencia unitaria y de movilización, el Forum Social, que había marcado profundamente la evolución de la izquierda griega.
 

El enorme éxito popular del «Forum Social» ayudó a la construcción de la Coalición de la Izquierda Radical que se crea de manera espontánea y con entusiamo en 2003-2004. Los militantes que se habían podido conocer en las luchas, millares de los cuales habían viajado juntos por Amsterdam (1997), Colonia (1999), Niza (2000) , Génova (2001), Florencia (2002), París (2003) etc, tuvieron tiempo para desarrollar entre ellos unos proyectos, no solamente políticos , sino también humanos , antes de fundar la Coalición de la Izquierda Radical. Una coalición que iba, cuanto menos, a contracorriente de lo que estaba ocurriendo en el resto de Europa, donde una alianza de esta índole, entre un partido reformista de izquierdas con grupos de extrema izquierda era, simplemente, impensable.
No obstante, después de su nacimiento exitoso, su continuación estuvo lejos de ser siempre feliz y tuvo varios reestructuraciones, e incluso estuvo a punto de interrumpirse. Evidentemente ha habido varias crisis de confianza entre el tronco de SYRIZA, constituido por Synaspismos, y sus compañeros de extrema izquierda, lo cual es lógico. Pero el tiempo pasa. La homogeneización de SYRIZA ha tenido como efecto que las crisis –como los debates- no solamente traspasaron prácticamente a toda la coalición y a cada uno de sus componentes, sino que se manifestaron sobre todo desde el interior del mismo Synaspismos quien hizo bramar el enfrentamiento de sus tendencias en recomposición permanente.
 

Finalmente, SYRIZA ha encontrado una cierta paz interna solamente después de la salida en el año 2010 del ala socialdemócrata de Synaspismos (lo que origina el nacimiento de la Izquierda Democrática) y el alejamiento de su ex presidente Alekos Alavanos que después de haber “introducido” a su discípulo Alexis Tsipras se convierte en su enemigo jurado. En adelante la línea política de la Coalición estará más clara (y más a la izquierda) mientras que su joven líder Alexis Tsipras instalaba su autoridad y acumulaba los primeros éxitos que le darían a una SYRIZA cada vez más radicalizada la credibilidad necesaria para poder aprovechar las circunstancias excepcionales creadas por la crisis de la deuda. SYRIZA estaba en ese momento preparada para asumir el rol de la formación política que podría encarnar la mejor de las esperanzas y las expectativas de la sociedad griega que se rebela contra las políticas de austeridad, la troika, los partidos burgueses y el sistema capitalista en sí mismo.
 

La lección que se saca de esta historia casi ejemplar es evidente: después de todo se trata de un éxito que solo los sectarios impenitentes (a Dios gracias en Grecia hay muchos) podrían nagar. No obstante la historia de SYRIZA está lejos de terminar pues las cosas serias solo acaban de comenzar. En suma, el balance actual no puede ser más que provisional. Y ay de aquel que no espere de SYRIZA más que la traición para poder luego decir «esto se veía venir». No, a pesar de que este balance es aún provisional, puesto que el proceso no está terminado, se debe tener en cuenta los tiempos (duros) que corren y que no se puede permitir el lujo la izquierda radical europea de no aprovechar las experiencias, los éxitos y los fracasos de los otros.
Una formación política con un programa caracterizado permanentemente por un desenfoque, la Coalición de la Izquierda Radical se balancea casi siempre entre el reformismo de la izquierda y un anticapitalismo consecuente. Por otro lado, ella quizás ha sacado sus fuerzas de esta eterna oscilación. Por lo tanto, hay que aclarar que lo que ha podido funcionar, sobre todo positivamente, en estos periodos “normales” podría convertirse en un handicap si no en un boomerang en periodos de crisis agudas y de momentos de exacerbación en los enfrentamientos de clases. En términos más simples: SYRIZA, que acaba de conquistar magistralmente su apertura, se encuentra en pocas semanas transformada de un pequeño partido minoritario en una izquierda griega , ya minoritaria, en un partido dominante con pretensiones gubernamentales. Y esto no pasa en cualquier país ni cualquier periodo histórico, sino que pasa en esta Grecia “laboratorio” y conejillo de indias para esta Europa de la austeridad en crisis de nervios.
 

El cambio del ascenso es tan abrupto que puede dar vértigo. Producido en un tiempo récord el espantapájaros de los grandes y la esperanza de los pequeños, de los “sin voz” en Grecia e incluso en toda Europa, SYRIZA está llamada ahora a asumir la labor gigantesca y francamente histórica para la que no estaba preparada ni politícamente ni organizativamente. Entonces, ¿qué hacer? Es muy simple: ¡ayudar a SYRIZA! Por todos los medios, y no dejarla, tanto en Grecia como en Europa. En términos sencillos, hacer lo contrario de lo que hacen los que no combinan sus críticas a SYRIZA con la solidaridad e incluso el apoyo a SYRIZA, cara al enemigo común. Un apoyo tal vez crítico, pero apoyo al fin y al cabo. Y no mañana, sino hoy, porque las amenazas tácticas de los otros, el combate que amenaza actualmente a SYRIZA es de hecho nuestro combate, el combate de todos nosotros; y si nos abstenemos, va a suponer que no asistimos a las personas en peligro; ¡a poblaciones y países enteros en peligro!

Fuente: http://tlaxcala-int.org/article.asp?reference=7347

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