En campoabierto
El amigo Jaume Puig fue durante años secretario general de CC.OO. del Maresme (Mataró) y miembro de la Ejecutiva de CC.OO. de Catalunya. Con este texto entra de lleno en nuestra Conversación sobre Cataluña.
¿Es
Cataluña mayoritaria y definitivamente independentista? ¿El
nacionalismo catalán ha modificado su paradigma? ¿Los sindicatos y la
izquierda también son ahora nacionalistas?¿Que ha cambiado
sustancialmente, para que, lo que antes era obra de unos cuantos
centenares de manifestantes en esta ocasión hayan sido más de un
millón? Podríamos añadir más interrogantes, pero, si soy capaz de
responder a los enunciados, me daré por satisfecho.
No sabemos si los catalanes, en el
sentido que los definía Jordi Pujol, “Es catalán todo el que vive y
trabaja en Cataluña” se han vuelto mayoritariamente independentistas.
Esto no lo podremos saber hasta el día que los ciudadanos seamos
consultados con todas las garantías democráticas. Lo que sabemos hasta
hoy es lo que la demoscopia nos indica: que el sentimiento
independentista ha crecido considerablemente en los últimos meses. Una
expresión de este crecimiento es la masiva manifestación del pasado 11S
con la explosión de banderas independentistas que han sustituido la
clásica senyera, que por cierto está presente en el escudo de España.
Que el sentimiento, porque de eso se
trata, fundamentalmente, de un sentimiento, de desafección de gran parte
de los catalanes respecto a España sea hoy mucho mayor que lo era en la
transición, después de haber conseguido el autogobierno con
atribuciones exclusivas en la enseñanza, la sanidad, la policía, con una
televisión autonómica, con un parlamento propio etc. parece contrario a
la razón, pero también es cierto que el nacionalismo ha conquistado la
hegemonía a partir de conectar como nadie con la mesocracia de este
país y de utilizar magistralmente los recursos de la Corporació Catalana de radio i televisió incluso
durante los gobiernos tripartitos, añadiéndole el (mediático) potente
grupo Godó, subvención mediante, de nueve millones de euros. Esos
altavoces mediáticos se han comportado durante los días previos como
verdaderos agentes de la agit-prop, dignos de mejor causa,
cierto es que si el campo no está preparado la lluvia puede resbalar por
las torrenteras, y hay datos objetivos como son el déficit fiscal y la
desgraciada sentencia del Constitucional sobre el Estatut después de ser
aprobado mayoritariamente en referéndum, ha encontrado una ciudadanía
muy predispuesta, amén de la ofensiva del PP gobernante contra nuestra
lengua, todo ello en medio de la crisis sin parangón desde la posguerra,
las consecuencias de la cual el partido gobernante en Cataluña ha
sabido eludir can la excusa del déficit fiscal y desactivando a la
oposición con la excusa de la herencia recibida, como buenos colegas del
PP.
Considero que precisamente el
ahondamiento de la crisis explica gran parte de la presencia masiva en
la manifestación, si no ¿por qué en la manifestación de la Diada del año
pasado solo fueron los mismos grupos minoritarios de todos los años,
teniendo en cuenta que la sentencia sobre el Estatut es de junio de
2010?
La razón de existir de un partido
nacionalista no es la convivencia fraternal con otros pueblos dentro de
un mismo estado, sino la conquista del estado propio. Debemos celebrar
que después de 35 años Convergencia Democràtica de Catalunya
reivindique claramente el Estado propio y que hayan casi desaparecido
los eufemismos.
Pues sí, el nacionalismo catalán,
hegemonizado por CIU, a partir de la irrupción de una nueva generación
que no participó en los pactos de la transición y que han actuado en
política siempre en democracia, ha asumido el control del partido en el
último congreso, con el nuevo paradigma de la independencia,
abandonando las ambigüedades así como las veleidades democristianas del
pujolismo, al tiempo que abrazaba el nuevo icono de la modernidad que es
el neoliberalismo sin ningún complejo.
Otra cosa distinta es el papel que
está jugando la izquierda catalana, desde ICV y el PSC, hasta los
sindicatos., teniendo en cuenta que el nacionalismo siempre ha sido
ajeno al mundo de la izquierda. Por mi parte nunca he entendido cómo se
puede conjugar, una cosa con la otra, además, la experiencia me enseña
que cuando a un nacionalista de izquierda se le pone en la encrucijada
siempre escoge el nacionalismo. No es menos cierto que hay varias
maneras de enfrentarse a la ola, en mis tiempos de sindicalista nunca me
gustaron los que en momentos críticos rehuían tomar posición para
dejarse llevar por las actitudes más enardecidas, cuando no se ponían al
frente de las mismas, o los más pusilánimes que sin tomar partido se
justificaban con aquello tan manido de “yo, lo que diga la asamblea”,
pues bien da la impresión que ante esta ola –cuidado que las grandes
olas acaban estrellándose en el malecón o arrasan con todo lo que
encuentran dejando un paisaje desolador – la izquierda catalana o se ha
subido a ella, o se pone de canto, no sin antes echar por la borda gran
parte de su bagaje ideológico.
Será porque ICV no tiene referente en
el resto de España y ante la necesidad de abandonar la marginalidad
busca pescar en todos los caladeros posibles, ha llamado a la
manifestación, intentando marcar perfil propio, insistiendo en el viejo
eslogan del derecho a la autodeterminación, pero sin decir hacia donde
se determinarían, que como era de esperar ha quedado diluido en la
marea. El PSC por su lado, que sigue en shock post traumático, se ha
manifestado en contra de la secesión poniendo el acento en el
federalismo, con algunas voces disonantes, como ocurre siempre que un
partido está en crisis y más en perspectivas electorales a la vuelta de
la esquina; al mismo tiempo está buscando la complicidad del partido
hermano que está enfrascado en otras historias y en ese terreno lo menos
que se puede decir es que está autista.
Los sindicatos, UGT y CCOO, han tenido
un posicionamiento ambiguo, un poco en la línea de ICV, no por
casualidad situados en la cola de la manifestación, con la excusa que
entre los afiliados existen muchos nacionalistas, lo cual será cierto,
como que también debe haber quien está en contra del aborto y a favor de
la segregación por sexos y no por ello se manifiestan con los obispos y
con E.Cristians .
Mientras tanto la patronal catalana
incluso las Pimes no comparecieron en la manifestación y en cambio están
apareciendo, de momento sutilmente, para rebajar la tensión y rebajar
el entusiasmo arcangélico de los independentistas. La realidad es muy
dura, la prioridad de los empresarios es como combatir la crisis y
desconfían con razón que la independencia les facilitaría las cosas. Es
cierto que el mercado catalán es el más exportador de España, el 53%,
pero el 47% restante es mercado español y con las cosas de comer no se
juega.
Por mi parte, en mi caminar por la
ideología de izquierdas llegué al paradigma de libertad, igualdad y
fraternidad como tres conceptos con los que enfrentarnos a la ideología
de que cada uno se espabile y de lo nuestro por encima de todo.
Me parece un disparate mayúsculo que
por un 4% de déficit fiscal y por los ataques de unos cuanto y las
incomprensiones de unos muchos -de aquí y de allá- tengamos que ir a un
choque frontal que destruya por muchos años los lazos de solidaridad
que hemos ido tejiendo durante siglos.
Mi paso por la escuela franquista en la
que me enseñaron aquella frase de José Antonio: “España, lo único
importante” me curó de veleidades nacionalistas; casi se me había
olvidado, pero los discursos arrebatados de algunos tertulianos durante
esos días me lo han recordado, podrían asumir la misma frase
intercambiando España por Cataluña.
Que no me busquen hurgando en las
diferencias y mucho menos en las mentirosas superioridades, con las
cosas serias de verdad, y la convivencia es una de ellas no se puede
andar con frivolidades
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