Rosa Luxemburg
El origen del Primero de Mayo
Escrito: En
enero o febrero de 1894.
Publicación: Publicado por primera vez en polaco en Sprawa Robotnicza, París, febrero 1894.
Traducción al castellano: Traducido directa del alemán al castellano especialmente para Espacio Rosa Luxemburg por Marion Kaufmann en base a la versión alemana que puede verse en http://www.marxists.org/deutsch/archiv/luxemburg/1894/02/maifeier.htm
Fuente de la presente versión: Este texto ha sido gentilmente proporcionado por el Espacio Rosa Luxemburg en mayo de 2011.
Esta edición: Marxists Internet Archive, mayo 2011.
Publicación: Publicado por primera vez en polaco en Sprawa Robotnicza, París, febrero 1894.
Traducción al castellano: Traducido directa del alemán al castellano especialmente para Espacio Rosa Luxemburg por Marion Kaufmann en base a la versión alemana que puede verse en http://www.marxists.org/deutsch/archiv/luxemburg/1894/02/maifeier.htm
Fuente de la presente versión: Este texto ha sido gentilmente proporcionado por el Espacio Rosa Luxemburg en mayo de 2011.
Esta edición: Marxists Internet Archive, mayo 2011.
La feliz idea de instaurar un día de fiesta proletaria para lograr la jornada
laboral de ocho horas nació en Australia, donde ya en 1856 los obreros habían
decidido organizar un día completo de huelga, con mitines y entretenimiento,
como una manifestación a favor de la jornada de ocho horas. Se eligió el 21 de
abril para esa celebración.
Al principio los obreros australianos pensaban en una
única celebración, aquel 21 de abril de 1856. Pero como esa primera celebración
tuvo un efecto muy fuerte sobre las masas proletarias de Australia, animándolas
con ideas agitadoras, se decidió repetirla todos los años.
Efectivamente: ¿Qué podría proporcionarles a los
trabajadores más coraje y fe en su propia fuerza que un paro masivo, decidido
por ellos mismos?
¿Qué podría proporcionarles más valor a los eternos
esclavos de las fábricas y de los talleres que el reconocimiento de su propia
gente?
Por eso, la idea de una fiesta proletaria fue rápidamente
aceptada y comenzó a extenderse de Australia a otros países, hasta conquistar
finalmente todo el mundo proletario.
Los primeros en seguir el ejemplo de los obreros australianos fueron los norteamericanos.
En 1886 se fijó el 1º de mayo como el día de la huelga universal. Ese día, 200.000 trabajadores abandonaron sus lugares de trabajo y exigieron la jornada laboral de ocho horas. Más tarde, la policía y el hostigamiento legal impidieron por muchos años la repetición de esa gran manifestación.
Sin embargo, en 1888 restablecieron su decisión y fijaron el 1º de mayo de 1890 como el día de la siguiente celebración.
Mientras tanto, el movimiento obrero en Europa se había
fortalecido notablemente. La expresión más poderosa de este movimiento
ocurrió en el Congreso Internacional Obrero de 1889. En ese Congreso, al que
asistieron 400 delegados, se decidió que la jornada de ocho horas debía ser la
primera reivindicación. El delegado de los sindicatos franceses, el obrero
Lavigne de Burdeos, propuso difundir esa reivindicación en todos los países
mediante un paro universal. El delegado de los trabajadores estadounidenses llamó
la atención de sus camaradas sobre la decisión de ir a la huelga el día 1º
de mayo de 1890, por lo que el Congreso fijó esa fecha para la fiesta
proletaria universal.
Los obreros, al igual que treinta años antes en Australia, pensaban solamente en una única manifestación. Ese 1º de mayo de 1890 el Congreso había decidido que los trabajadores de todos los países se manifestarían juntos por la jornada de ocho horas. Nadie había hablado de repetir la celebración en años siguientes. Naturalmente, nadie podía predecir el enorme éxito que tendría esa idea ni la rapidez con que sería adoptada por la clase obrera. Sin embargo, fue suficiente celebrar el 1º de mayo tan sólo una vez para que todos comprendieran y sintieran que debía convertirse en una institución anual y permanente.
El 1º de mayo significaba establecer la jornada de ocho horas. Pero aún después de haber logrado este objetivo, ese 1º de mayo no fue abandonado. Mientras continúe la lucha de los obreros contra la burguesía y la clase dominante, mientras todas las exigencias no hayan sido satisfechas, el 1º de mayo continuará siendo la manifestación anual de esos reclamos. Y cuando lleguen días mejores, cuando la clase obrera del mundo haya logrado su objetivo, es probable que la humanidad entera también celebre el 1º de mayo, honrando las amargas luchas y los sufrimientos del pasado.
Rosa Luxemburg
(febrero 1894)
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