El Directorio europeo tiene miedo. La democracia y la protesta son su pesadilla.
El Directorio siente que el suelo tiembla bajo sus pies. Con Francia
temporalmente fuera de juego por elecciones, su eje ya no es Merkozy,
sino Berlín y la Comisión Europea. No les gusta lo que asoma en España,
la gente vota equivocado y hace huelga, así que le aprietan la soga.
Merkel no quiere intervenir a España, pero hay un antes y un después con
Madrid y su nuevo gobierno conservador. En marzo ha pasado de niño
bonito obediente, a ser visto con desconfianza y prevención.
Este Directorio germano-europeo no sólo exige austeridad, sino que no
tolera chulerías. La chulería podría ser preludio de indisciplina y hay
que atarla corto. Se trata de la declaración del 2 de marzo de Mariano
Rajoy, quien, invocando la “soberanía nacional”, anunció unilateralmente
una reducción del objetivo de déficit.
“Intolerable”, dicen en Francfort fuentes del lobby bancario europeo
en condiciones de anonimato. “Un país no puede siquiera apuntar que se
salta algo, o que lo hace invocando la soberanía nacional”. “Es la forma
lo que asusta”, dicen. “Tenemos un pacto fiscal y lo menos que podía
esperarse es que se lo hubiera comunicado primero a la Comisión Europea y
que fuera ésta quien lo dijera”, observan.
Con su modus operandi, Rajoy, “colocó a la Comisión en una esquina”.
“Nadie duda de que España acabará consiguiendo reducir su déficit, pero
las cosas no se hacen así”, dicen. “Es la apariencia de rebelión lo que
cuenta”. “Los mercados castigan eso inmediatamente”, advierten. Y así
está ocurriendo.
Pocos días después, y pese al billón en “eurobonos para la banca”
emitido en créditos a bajo interés por el BCE desde diciembre, las
bolsas volvían a tambalearse, con subidas alarmantes de la prima de
riesgo española e italiana. Los reproches llegaron desde Italia: la
“gran preocupación” española de Mario Monti: “el gobierno de Madrid
descuida las cuentas públicas”.
“La ingerencia en los asuntos españoles muestra el nerviosismo que
hay: Monti, que aún no ha hecho en su país la reforma laboral que va a
provocar una rebelión sindical en Italia, debe mantener la tensión”,
señala la prensa económica alemana. Pero no es una cuestión italiana.
Merkel da su brazo a torcer en materia de cortafuegos europeo citando la
“fragilidad” de la situación española e italiana. Y exige que el grueso
del ajuste español de dos años se haga en 2012. Juncker pone el gesto
con su premonitorio estrangulamiento a Guindos.
“El legado de Zapatero pesaba mucho sobre España”, donde ahora hay,
“un socio serio y digno de confianza que se toma en serio el ajuste
estructural”, se felicitaba a principios de mes en su editorial el Frankfurter Allgemeine Zeitung.
El establishment alemán no disimuló sus simpatías, pero en treinta días
Rajoy pasó de niño bonito a ser tachado de “desertor” por el Financial Times Deutschland
que califica su breve desafío verbal de “estrepitosa jugada
individual”. Lo que ha cambiado es la sensación general de peligro: el
Directorio tiene miedo.
Ya ha habido una carta de doce jefes de gobierno europeos pidiendo a
los fanáticos-incompetentes de la austeridad de Berlín y Bruselas, más
atención al crecimiento y al desempleo y exigiendo reducir la burocracia
de la Unión Europea. La carta abre un escenario general de “desafío del
Sur al Norte”, señalaba el editorial de un gran diario alemán. Pero el
fantasma concreto es Francia.
Si el pacto fiscal se hunde, será en Francia. En el escenario de un
asalto ciudadano a la Bastilla neoliberal, en la pesadilla de una
Convención ciudadana que ponga en cuestión el actual edificio europeo,
puede que España, Portugal e Italia aporten la infantería –Grecia lleva
tiempo en ese papel en solitario-, pero la caballería institucional será
francesa. Una burocracia no electa y el errático nacionalismo económico
alemán, cuyo único programa es que Merkel logre mantenerse en el poder
tras las generales de otoño de 2013, tiemblan sólo de pensarlo.
Dos son los enemigos de esa coalición de incompetentes: la soberanía
nacional y la democracia. La soberanía nacional de España amagada por
Rajoy es calderilla. La soberanía de la “Grande Nation” es otro asunto.
Respecto a la democracia, la lista de todo lo que asusta al Directorio,
la ofrece el sorprendente economista jefe del Financial Times Deutschland, Thomas Fricke, uno entre la decena escasa de periodistas de medios relevantes alemanes que lanzan mensajes coherentes.
Asustó el referéndum griego que no fue, dice Fricke, las elecciones
helenas que están por venir, y las presidenciales francesas, porque las
puede ganar un socialista escéptico con el pacto fiscal. Al contrario,
los triunfos de ese prepotente conglomerado son completamente
antidemocráticos: colocar a banqueros como jefes de gobierno no electos
en Roma y Atenas, imponer contrareformas sociolaborales “extremadamente
agresivas” por doquier, dictar intervencionismos. “El mensaje es claro:
la democracia es algo estúpido”, dice Fricke.
Sin embargo a nadie se le escapa ya la estupidez de la política de
ese Directorio de inútiles al servicio del sector financiero y sus
intereses (“los mercados”). Cuando recetaron austeridad a ultranza en
2010 se levantó un coro de economistas que advirtieron que llevaría a
más deuda y la recesión. Lo ignoraron. En Grecia ocurre precisamente
eso: entonces la deuda era del 120% del PIB, ahora es el 170%. Y la vida
de la gente cae en barrena.
Ante esa evidencia y ante las voces que reclaman que por lo menos se
combine la austeridad con políticas orientadas al crecimiento y al
empleo, esos inútiles aceptaron en 2011 hacer algo por el “crecimiento”,
pero lo único que entienden por ello son medidas como facilitar el
despido o flexibilizar la contratación. Ningún estudio económico, de
esos institutos tan poco independientes, ha confirmado nunca que la
flexibilidad laboral contribuya al empleo. En sus raros momentos de
sinceridad, algunos políticos han llegado a admitir lo obvio: a corto
plazo la facilidad del despido incrementa el desempleo.
Resumiendo: combatieron una quiebra del sistema financiero inyectando
dinero público, cuando la inyección creó deuda pública declararon que
ésta –no la quiebra que la provocó- era el problema. Los bancos de
Alemania y otros países del Norte que contribuyeron a la deuda privada
del Sur europeo invirtiendo decenas de miles de millones de su superavit
comercial en nuestras criminales fantasías inmobiliarias, redujeron un
asunto claramente interrelacionado a un problema de “virtuosos y
manirrotos”. Lo inaudito no ha sido el patoso y descarado nacionalismo
alemán en todo esto, sino el servilismo y vasallaje de los políticos del
Sur ante ese discurso. A continuación, para atajar todo ese embrollo de
deuda aplicaron recorte social a los de abajo con la misma filosofía
que condujo a la quiebra original. Ahora, ante la evidencia que el
remedio es peor que la enfermedad, hablan de políticas de crecimiento
pero por ello sólo entienden “reforma laboral”. En dos años, el atraco
perfecto se ha convertido en evidente farsa. Mientras tanto la gente ha
ido aprendiendo economía, en su propia carne y asoma la rebelión.
En los ministerios de Exteriores y de Finanzas de Berlín, se
declaraban satisfechos con lo que el nuevo gobierno español apuntaba.
Merkel estaba contenta, sobre todo con la firmeza de Rajoy ante las
autonomías, señalaban las fuentes. Pero las cosas se tuercen. Primero la
anecdótica chulería de Rajoy, que introduce el escenario de que algún
día algún dirigente europeo se levante y le diga al Directorio que está
desnudo. Luego los andaluces se equivocaron al votar. A eso se le añade
el ambiguo y desvergonzado independentismo convergente, en Catalunya. Y
encima una huelga general que ha dado ánimos a la calle y que será
inicio de una serie. Quien sabe si, ante la evidencia de que el problema
está en el Directorio, el mundo sindical no llegará a la necesaria
Huelga General Europea.
España ha llegado a la situación de Grecia en 2010. A partir de ahora
una rápida bajada. Con su perspectiva griega de degeneración social
para la mayoría, sus millones de parados, su juventud sin futuro, sus
mayores más amenazados que nunca, en pensiones y puestos de trabajo de
libre despido, reúne condiciones para que tome fuerza su 15-M
cívico-laboral. Por eso está en el punto de mira. El Directorio ya habla
de intervención.
“Europa está molesta porque Rajoy retrasó los presupuestos por motivo
electoral”, señala la editorial de otro gran diario alemán. “Los
conservadores fracasan en Andalucía, preocupación por el déficit”,
titula el Financial Times Deutschland. “Surgen dudas en los mercados ante el rumbo del ahorro del nuevo gobierno de Madrid”, señala el Handelsblatt.
“Grecia solo era el principio, Portugal ya está en quiebra, pero lo
que amenaza de verdad a Europa es España, incomparable con los otros
dos”, dice Die Welt.
Es la soberanía y la democracia lo que molesta a “los mercados”.
Pero, aunque cada vez más hundida en su condición de protectorado, en
España todavía hay elecciones, huelgas y ciudadanía. La hora de la
verdad se acerca para Europa, y España podría ser el eslabón débil de la
cadena. Por eso está en el punto de mira.
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