La huelga de vientres, no es cosa nueva:
Por qué propago la huelga de vientres
A propósito de mi artículo anterior, publicado en A Vida, de Oporto, y para quien van destinados los que a continuación le siguen, como refutación a las gratuitas difamaciones que los adversarios del neo-malthusianismo de España me dirigen, un sin fin de protestas y lamentaciones ha llovido sobre mi mesa de trabajo manifestando las primeras su opinión contra los que, teniendo la misión de ilustrar al sencillo proletario sobre cuestiones tan serias y de tanta trascendencia como las concernientes a la procreación, higiene y ejercicio sexual, se encierran en un silencio criminal que sólo dos causas puede justificar: o bien se hallan influidos por atavismos religiosos-patriótico-burgueses, o bien, hallándose libres de estos prejuicios, no quieren prestar su cooperación para que el proletariado se vea libre del yugo de la natura, que le condena a morir de hambre por no morir de amor o viceversa, para así explotar mejor a la masa hambrienta dándole esperanzas de una gran revolución que dará satisfacción a los pobres en contra de los ricos, esperanzas idénticas a las que todos los sacerdotes de todas las religiones, dan a su crédulo rebaño, entreteniéndolos en su estado de resignación con la milagrosa frase: ¡tiembla, pecador; el día del juicio final se aproxima! –que equivale a la que a menudo leemos en los periódicos: ¡tiembla, burgués, el día de la revolución social!– sólo que estas últimas no tienen más eficacia que la de provocar la hilaridad de los explotadores, haciendo un [16] gesto que expresado gráficamente quiere decir: tontos, aquí me las den todas.
Esto lo escribia Luis Bulffi en 1919:
http://www.filosofia.org/aut/001/1909huvi.htm
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